La que no debió nacer Autor: Carlos V Paulino 23/08/2017 ¡Mátame despacio! me dijo Con voz helada; Mátame como se matan Los siervos en los bosques más oscuros y solitarios, ¡Hazlo! Antes que el polvo Súbito suscite mi dolor. Aleja el llanto del camino Y mátame antes de que la mirada del cielo revele lo que fui. ¿A caso no me escuchas? ¿Dónde está el fuego de tu odio? Ven, incéndiame, destrúyeme, No lo prolongues más, Extingue pronto mi conciencia. No me niegues la luz, ¡mátame! Impide que la tierra pose en mí sus labios tristes y degrade mi cuerpo a su miseria diminuta. Que el calor de tu ruido me consuma, apresúrate, asfixia mi sombra con tu rayo de luz y descuida, un silencio prepotente destruirá tu culpa. ¿Qué esperas? ¡Mátame! permite que el vacio me condene y de regreso a mi madre me pierda entre los rencores crujientes. Que tu aire me deje sin mundo, sí, que mi genética se pudra en el pensamiento
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